Leguizamón
Akina Gabina. La que cuenta historias desde este lado del océano. (Montevideo, Ediciones del latón, 2016)

Akina Gabina, nombre doble, de la niña nacida en África y de la mujer esclavizada en América Latina. Es “la que cuenta historias”, la que toma la palabra en este cuento largo, primera obra édita de Graciela Leguizamón, sin contar las antologías poéticas en las que fue incluida.

Era buena inventando historias, siempre lo decían. En el barco negrero Akina se hace narradora para los otros esclavizados. Por eso, era momento de compartir este don y calmar tanto como pudiera a estos compañeros de desventuras. Es un “poder secreto” que apareció a los cinco años y que ahora cobra un nuevo sentido.

En la América hispánica no existe la tradición autobiográfica de los esclavos que existe en el ámbito anglosajón. Apenas la Autobiografía de un esclavo de Juan Francisco Manzano en Cuba y nada más. La obra de Leguizamón trabaja en y desde esa carencia, y construye una ficción autobiográfica para que aquí y ahora se cuente la historia de las mujeres esclavizadas. Por eso Akina no se muere, vuelve a nacer, y vuelve siempre para contar historias.

Pero reponer ese punto de vista en Uruguay, al igual que en algunas autobiografías de esclavos anglosajones, no implica hablar desde lo local, sino desde África. La ficción, en este caso, pone en escena esta memoria perdida, que reconecta con África. De esa memoria perdida Akina trae la presencia fantasmática de su abuela Nanan Baruke, que aparece y desaparece en el relato, y que es fundamental en algunos momentos de la trama. Producto del proceso de aculturación al que son sometidos los esclavizados, Akina pierde poco a poco su conexión con la lengua y las costumbres de su lugar de origen, aunque resiste e intenta recrearlas siempre. Resiste, Akina, resiste. Es la frase que se repite a sí misma desde que es subida al barco. Resistir y narrar parecen, en este relato, caras de una misma moneda.

La historia del vestido de casamiento de Akina, en el capítulo XII, es decisiva para entender cómo se construye la historia de esta mujer. Los amos le regalan un vestido usado y roto. Akina quiere arreglarlo: recuerdo que fui rápidamente a un cajón donde siempre escondía trapos coloridos, que había rescatado de la ropa vieja antes que la quemaran, y unos trozos de puntilla y encaje de las mantillas que ya no tenían solución. Como cuando aprende a escribir y roba papel usado de la basura, como lo hacia Manzano en Cuba, Akina copia y recicla para crear. Le pide a su ama aguja, hilo y tijera para arreglar el vestido, y ella le regala unos objetos casi inútiles. Sin embargo Akina recurre a dos esclavizados de la casa: Juan de Guinea, para que le afile la tijera, y Terencio de Mozambique, para que la ayude a adaptar los zapatos ruinosos que le habían regalado sus amos. Copia, reciclaje y trabajo colectivo, prácticas de los subalternos ubicadas entre la colaboración y la resistencia.

La práctica del reciclado cobró un nuevo sentido cuando fui a una de las muchas presentaciones que tuvo Akina Gabina, porque el libro iba acompañado de la creación de una muñeca con trozos de tela. El evento comenzó con palabras de la escritora y una canción africana interpretada por Ángela Alves, que además leyó un poema sobre Ansina que da vuelta el estereotipo del cebador de mate para convertirlo, a partir de allí, en un estratega. Pero luego de la presentación habitual, Leguizamón puso a todas las personas que concurrimos (fui con mi compañera y mi hija) a hacer muñecas negras, pequeñas ficciones de Akina en tres dimensiones.

En pocos minutos la sala se convirtió en un taller de costura en el que personas que no se conocían, colaboraban en la confección de la muñeca propia y las de los otros, con la orquestación de la autora, que daba instrucciones y explicaba algunas características de la muñeca. Por ejemplo, cómo hacerle a la muñeca unas tetas grandes, en homenaje a las amas de leche, como fue Akina. Finalmente, Leguizamón nos invitó a decorar la muñeca con objetos que nos recuerden historias familiares, que se unan a la historia de Akina.

Hoy represento a todas las Akina, las Akina Gabina de distintos pueblos africanos. Soy la orgullosa descendiente de todas y a la vez soy ella. Por eso deberé morir y renacer varias vidas, para devolverle a un pueblo la dignidad robada en la única historia contada, y contar varias historias que han llevado a este país a ser lo que es.

La clave del libro está en el reciclado, en crear a partir de materiales ya elaborados. Y las historias también se reciclan. A partir del bricolage Leguizamón creó la memoria de Akina, tomando fragmentos de relatos que le contaron o que leyó. El resultado es un cuento nuevo, necesario, para recordar, para resistir y para seguir creando.

2 respuestas a “Akina Gabina: reciclar, narrar, recordar”

  1. Alejandro: Me siento muy orgullosa y honrada de tu comentario. Akina es la sintesis de mi pensamiento, es el alma de mis ancestras y de todas las ancestras de cada una de las esclavizadas que navega buscando una voz que las conecte con esta humanidad que esta perdiendo valores esenciales. Akina rescata a la familia, al respeto a nuestras historias y tradiciones, al pasado que no debemos olvidar, nos rescata y nos conecta. Repara heridas y esas grietas de inequidad que aun subyacen. En cada presentacion es como que Akina toma nueva dimension y sentido, como que se reescribe a si misma. Mil gracias por tomarte el tiempo de leer el cuento y por la entrevista!

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  2. Fue un gusto leerte Graciela, y siempre es interesante conversar contigo. Esto es lo más importante para mí, por fuera de mi interés como investigador. Te agradezco que compartas tu pensamiento conmigo. Ya publicaré la entrevista en breve. ¡Muchas gracias a vos!

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