Umpi

Sólo te quiero como amigo es la tercera novela de Dani Umpi publicada en Buenos Aires en 2006 por la editorial Interzona más o menos al mismo tiempo del lanzamiento de su segundo disco Perfecto. El relato en parte continúa y en parte no, las propuestas de sus dos novelas anteriores. En esta oportunidad el punto de vista es el de un hombre, homosexual, que afronta el fin de una relación estable. Umpi abandona así el punto de vista femenino de sus dos primeros relatos, aunque no la primera persona, y agrega algunas cosas más.

Si bien su producción literaria es la menos conocida en Montevideo, es parte de sus búsquedas en el campo de las artes visuales o la música pop, después de todo Dani Umpi es el nombre de un performer. Es cierto que sus libros fueron publicados en Buenos Aires por editoriales con escasa distribución en Montevideo (aunque son ediciones de 1000 a 2000 ejemplares). Sin embargo la sensación es que la propuesta de Umpi como artista no encaja con las lecturas y gustos de la crítica local. En este punto su situación es parecida a la de Leo Masliah, cuya obra literaria tiene mucho más éxito en Buenos Aires en donde es una de las vedettes de Ediciones de la Flor junto a Fontanarrosa o Quino.

Planet Umpi

“¿Quién se sitúa con la magia de un equilibrista y el desparpajo de un travesti entre Rafaela Carrá y Manuel Puig?” El comentario, certero, es de Washington Cucurto. Este narrador argentino es uno de los principales promotores de la literatura de Umpi en Buenos Aires. Es fundador de la editorial Eloísa Cartonera en la que apareció la primera novela de Umpi Aún soltera luego reeditada en Mansalva, editorial en la que Cucurto es asistente editorial. Hay cierta afinidad entre las estéticas de ambos, Cucurto es además narrador, y basta con leer su última novela El curandero del amor (Emecé, 2006) para ver que su apuesta –una mezcla explosiva de ironía, parodia, teoría literaria y estética cumbianchera– es un poco más radical.

Por eso suena acertado la referencia a Puig y Carrá, porque las novelas de Umpi trafican en la frontera entre la cultura de masas y la alta cultura, y en principio atentan contra esa frontera, la vuelven porosa, por momentos la borran. Además de las fronteras entre lo masculino y lo femenino. Los narradores de Dani Umpi son una mujer promotora de perfumes de un shopping (Miss Tacuarembó), una cuarentona soltera en su primera novela o un gay que odia el estereotipo del gay como ahora. Es como el personaje que interpreta en la tapa de su disco Perfecto (2006) un hombre barbudo con los labios pintarrajeados, o ese notorio hombre de piernas peludas que engancha su tanga con los zapatos de taco en posición “diva total”.

Ese es el universo simbólico del performer Dani Umpi, un mundo plagado de referencias a la cultura de masas (comedias, talkshows, industria del entretenimiento, música pop), el juego autoreferencial y el gesto (un “cuadro” suyo de la colección Engelman Ost consiste en una frase “Soy puto” sobre fondo rosado), la parodia de lo ‘uruguayo’ popular (el “Lovin’ you” de Jaime Roos en Perfecto o la plaqueta de poesía Tu arrogancia es una flor fragmento de un verso murguero de Araca la cana), el kitsch, lo deliberadamente cursi y el jugueteo con los roles asignados a lo masculino, lo femenino, lo gay entre otras cosas.

Pum, pum, pum, pataplum

Con esta onomatopeya, el narrador de Sólo te quiero como amigo pretende simbolizar la separación de una pareja: “No es un golpe seco que sale quién sabe de dónde. Nada que ver. Es un pausado abrir y cerrar de ojos, un pestañeo en cámara lenta.” Algo así como el hamster de 25 watts, la película de Stoll y Revella. El narrador “rebobina” y encuentra los signos del derrumbe de su pareja e incluso adivina la ruptura. Es cuando llega el momento, dice, de copiarle los cds.

En las últimas décadas la vida privada se convirtió en un producto de consumo masivo, de los talkshow al testimonio, pasando por el porno casero, los relatos en primera persona (y cierto tono confesional) abundan. En este sentido, pueden interpretarse los narradores caprichosos de las novelas de Dani Umpi, que desnudan sus sentimientos, y por supuesto su elección de géneros literarios como el diario íntimo (Aun soltera) o géneros televisivos como el talkshow (Miss Tacuarembó). Sin embargo, en la narrativa de Umpi la identidad no es un terreno sólido, la inseguridad es moneda corriente y también la crítica a determinados estereotipos.

En Sólo te quiero como amigo el estereotipo del gay es seriamente tomado en broma a través de un narrador gay que constantemente hace referencia a su deseo de “ser normal”, se ríe de hablar en femenino y utiliza expresiones como “marica”, “puto”, “trolo” para referirse a otros gays. Un elemento que se repite en Nati, la narradora de Miss Tacuarembó. A diferencia de ella este narrador no es cool y no le interesa serlo. Algo que puede contrastarse con la obsesiva referencia de Natalia a las marcas de perfumes. Un recurso parecido al de American Psycho de Bret Easton Ellis sólo que Natalia no es una obsesiva asesina en serie, sólo intenta adivinar el carácter de las personas a través de los perfumes que usan. Otro cambio importante está relacionado a este nuevo narrador: el mundo de las comedias (de Cristal a Resistiré), la música pop y la industria cultural (Mecano, los Parchís, Enya, Flashdance, entre otros) es en parte repudiado, como cuando entra en pánico al descubrir que Gonzalo, su nueva conquista, es también fanático de Mecano como su ex–pareja Juanjo.

La novela combina dos tiempos diferentes, el de la separación del narrador y Juanjo, y el “rebobine” de esa relación ubicado en las dos últimas décadas. Un procedimiento utilizado algo más fragmentariamente en Miss Tacuarembó cuyos capítulos breves alternan la infancia de la narradora a comienzos de los ochentas en Tacuarembó con el momento de enunciación en los primeros años del 2000. Esto le permite introducir el tema de la dictadura en una ciudad del interior, de un modo casi oblicuo y mínimo como en Ojos de caballo (2003) de Henry Trujillo, mientras el narrador de Sólo te quiero como amigo afirma que la política no es su “rubro”. En las novelas de Umpi la política partidaria es borrada o rechazada, lo que no quiere decir que en su gestualidad algunas cuestiones como lo políticamente correcto tambaleen. Así por ejemplo en Sólo te quiero… Vilma o Vilmack, la madre del ex del narrador, es ridiculizada porque al referirse a los negros utiliza el eufemismo “gente de color”.

En esta última novela Dani Umpi se consolida como narrador, abandona el capítulo breve e incluso muy breve (en Miss Tacuarembó hay capítulos de media página), construyendo personajes y escenarios más sólidos. En tanto afianza su éxito en Buenos Aires, y cada vez con mayor reconocimiento, es uno de los artistas más activos del medio local. Su narrativa se parece en algo a la de Ignacio Alcuri, sobre todo en el trabajo con la cultura de masas. Los gestos de ambos llegan cada vez más a un público amplio, y de a poco, le mueven el piso a la solemnidad dominante en la literatura local.

Originalmente publicado como “Si te vas… Nueva novela del performer Dani Umpi” en la diaria Nº 281, 25/04/07 (p, 5).

Pd (enero de 2013). Hoy estuve una buena parte de la mañana debatiendo en Twitter sobre la cumbia y el etnocentrismo de la clase media montevideana y en la tarde-noche debatiendo con Ramiro Sanchiz en Facebook a raíz de un comentario suyo sobre Dani Umpi en el que lo comparaba con Manuel Puig. Escribí cosas como esta:

Ramiro, lo de Umpi tiene muy poco que ver con lo de Puig. Apenas la alusión superficial a lo cursi y a la cultura de masas. Puig tomó la cultura popular y la cultura de masas y la metió en estructuras narrativas bien de vanguardia. Hoy ese proyecto puede estar perimido pero Umpi no busca eso. Cuando leí las novelas de Umpi para la diaria (hace 3 o 4 años) me interesaba, ahora me parece menos interesante. Es cierto que desde la perspectiva de la literatura contemporánea es un poco revulsivo. No sé. Me dejan pensando.

Ramiro, los procedimientos narrativos de Puig son modernos, de vanguardia, no diría de «avance» (de acuerdo contigo), pero son los procedimientos que inauguran la crisis del realismo decimonónico, la «novedad» de Puig es la introducción de contenidos y formas de la cultura popular y de masas que tradicionalmente eran basura para la cultura letrada de los sesentas. Eran cursis, grotescas, sentimentalistas. Por eso Umpi sigue siendo revulsivo, es decir, sigue provocando en los señores de la literatura cierto sentimiento de «asco» por lo que escribe y hace. Ahora que lo sigo pensando habría que ver en qué sentido es que Umpi se parece a Puig. Pienso que seguramente no es la propuesta estética lo que los une, si cierta actitud.

No conozco la mayoría de la literatura que mencionás. Alguna cosa pasó por mis manos cuando trabajé en librería. Yo no me refería a literatura de masas, me refería a la cultura de masas, es decir, radio-teatro, cine industrial, star-system, y cosas por el estilo. Categoría en la que entran sin duda las novelas de quiosco, Corín-Tellado y demás. Pero me refería a que Puig mete esa «sensibilidad» en la novela moderna, de vanguardia. Yo creo que la mayoría de las veces la academia llega tarde a la dinámica de la cultura. También creo que hay gente en la academia, como Amícola, que captaron lo de Puig y no se escandalizan. Ahora, la mirada de Puig sobre la cultura de masas es una mirada desprejuiciada que ni el más «cool» de los estudios culturales va a poder superar. Acá, en Uruguay, los estudios sobre la literatura y la cultura le dan muy poca bola, sino ninguna, a esta sensibilidad, a la cursilería, a esa «estructura de sentimiento». Sigo creyendo que la ciudad letrada, cada vez menos cental en la vida cultural, le sigue teniendo miedo a ese «gusto» de las masas. Y sí, mientras se resguardan en las paredes de la Literatura, hay cosas que pasan, como Dani Umpi, que tiene más éxito como escritor en Argentina que en Uruguay. Como Leo Masliah, en otra línea y otra estética. Allá lo leen y lo publican, acá no. Y sí, uso categorías «sesentosas», no compré a García Canclini, existen las masas y existe una cultura para ellas. Creo que es un categoría válida, que explica algo de la realidad. Cultura de masas, cultura popular, alta cultura se mezclan, pero si no las seguimos diferenciando con categorías específicas se borran cosas como la clase, la etnia, el género en categorías como público, consumidores, etc. Bueno, esto se fue al carajo, pero me gusta pensar con uds. La verdad agardecido. Saludos

Claro que para quien no leyó los argumentos de Ramiro será difícil contrastar los míos. La idea no era reproducir el debate sino mostrar las cosas que pienso sobre la comparación con Puig como introducción a la publicación de un viejo artículo mío publicado en la diaria en 2007. En ese momento me interesaba dar cuenta de la narrativa de Dani Umpi porque me parecía que nadie le daba bola a ese aspecto de su «imagen» como artista en Uruguay.

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