Ilustración de Florencio Molina Campos
Ilustración de Florencio Molina Campos

Este año se cumplen 130 años de la primera edición de La tierra purpúrea de William H. Hudson. Una novela que relata las peripecias de Richard Lamb por la Banda Oriental y el Río de la Plata en el medio de luchas sangrientas entre blancos y colorados hacia 1860. La definición del narrador Mario Arregui como una novela escrita en inglés por un argentino de padres norteamericanos, publicada en Londres señala los múltiples desplazamientos del texto y de su autor, además de marcar su excentricidad, su estar “fuera de lugar”.

Su primera edición fue en 1885, en dos tomos, con el título The Purple Land that England Lost. Travels and Adventures in the Banda Oriental. En vida del autor se publicó una segunda vez en la que Hudson cambió el subtítulo: The Purple Land that England Lost. Being the narrative of one Richard Lamb’s adventures in the Banda Oriental in South America, as told by himself (1904). Esta modificación de la segunda edición, haciendo énfasis en su carácter ficcional, se explica porque el texto fue catalogado por la crítica con la etiqueta “viajes y geografía”. Luego se publicó en Estados Unidos en 1918 (con prólogo de Roosvelt) y en 1928 (por Randon House, que es la edición que les comparto acá, con prólogo de William McFee). Fue traducida también al francés en 1927.

La tierra purpúrea se difundió entre los lectores hispanoamericanos en 1928 de la mano de la Sociedad General Española de Librerías (Madrid). Esa traducción de Eduardo Hillman tenía dos novedades importantes respecto a la edición original: un nuevo subtítulo -“Un idilio uruguayo” (espantoso)- y la utilización de gauchismos que Hudson nunca utilizó. Los editores piratas, porque por suerte siempre hubo piratas en la tierra, hicieron circular la traducción de Hillman por el Río de la Plata durante décadas (los piratas tenían además buen gusto porque le sacaron ese subtítulo) y así el texto fue apropiado por los argentinos a través de dos grandes escritores: Jorge Luis Borges y Ezequiel Martínez Estrada.

El capítulo uruguayo de la historia de La tierra purpúrea lo escribió la poeta Idea Vilariño quien la tradujo en 1981 para la Biblioteca Ayacucho, que lamentablemente ya no la tiene a disposición en formato digital. La novela apareció junto con otro texto de Hudson Allá lejos y hace tiempo y no circuló en Uruguay porque estábamos en dictadura. Recién en 1992 la editorial Banda Oriental difundió la traducción de Vilariño con prólogo de Ruben Cotelo.

Hago toda esta historia para mostrar algunos de los desplazamientos que marcaron los 130 años de este texto. Son apenas los vinculados con las ediciones y traducciones. Quedarían todos los desplazamientos de la crítica en torno a Hudson y su literatura. Acá les dejo cinco respuestas a la pregunta: ¿por qué seguir leyendo La tierra purpúrea 130 años después de su primera edición?

  1. Porque es una ficción muy bien escrita y ni te digo si la leés en la traducción de Idea Vilariño.
  2. Porque como novela tiene una trama que todavía atrapa, que se puede leer en varios niveles: como novela de formación, como novela de aventuras, como testimonio de un pasado sangriento, como historia de amor romántica, como representación del caudillismo. Y las sucesivas generaciones siguen encontrando en ella otros elementos que la hacen interesante. Incluso tiene un capítulo de ficción dentro de la ficción (el capítulo XIX) en el que algunos gauchos cuentan historias fantásticas de luces malas, fanstasmas y demonios.
  3. Porque es una forma de leer un texto ficcional sobre el siglo XIX en el Río de la Plata que no responde a un proyecto novelístico e ideológico como el de Eduardo Acevedo Díaz y no busca representar a la nación. Y de yapa no tiene un narrador confiable, objetivo, en tercera persona, que trata de mostrarte todas las cartas.
  4. Porque no solamente no busca representar a la nación (Uruguay) sino que es crítica con el imperialismo inglés, que de todas formas es una forma del nacionalismo. Es decir, es posible leerla como una crítica al “nosotros colonial”. Uno de los aspectos de la transformación que sufre el protagonista en el transcurso de la narración está relacionado con la crítica al colonialismo, a la intervención de los imperios en los asuntos domésticos de una nación soberana (¿te suena?).
  5. Porque si te interesa la crítica feminista no vas a encontrar un narrador misógino sino una variedad de representaciones de la mujer que pueden servirte para comprender las caras del patriarcado durante el siglo XIX. Las historias de Paquita, Margarita, Toribia, Mónica, Dolores, Candelaria, Demetria, Cleta hablan de matrimonios, maternidades y otras formas de la vida entre hombres y mujeres en el medio rural por allá por 1860.

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